Ricky Martin en Son Fusteret

Unos 7.500 amantes de la música latina según la organización, un lleno casi hasta la bandera, se concentraron este pasado domingo en el recinto de Son Fusteret en Palma, ciudad en la que el rey del pop latino quiso poner el cierre a Ricky Martín Live 2024, su gira española. Con ella, el puertorriqueño ha recorrido durante todo el mes de julio más de una docena de ciudades: de La Coruña a Cádiz, de Tazacorte (La Palma) a Palma. En total más de 100.000 personas disfrutando de la fiesta salsera y el brillante espectáculo con el que domingo puso el broche final en Mallorca.

Desde primeras horas del día, y a pesar de las temperaturas más elevadas del verano, ya se veían grupos de aficionados en los aledaños ansiosos por poder acceder al recinto. Un público de edad madura en el que dominaban las mujeres por goleada, aunque también se animaron muchos hombres, e incluso familias al completo. Todos ellos con algo en común: pasarlo bien, y sobre todo bailar y corear las letras de los conocidos temas salseros del rey de Puerto Rico en las últimas cuatro décadas. Tanto para los que ayer veían a la estrella latina en directo por primera vez como a sus seguidores más incondicionales que, con el de este domingo, repetían por cuarta vez. Esas han sido las veces que el artista residente en Los Ángeles ha pisado suelo isleño. La primera vez fue en 1997, hace la friolera de 27 años. La última hace seis, en 2017, llegando incluso a agotar las entradas en el velódromo, entonces conocido como Palma Arena.

Frente a nosotros, un impresionante escenario de iluminación led, con el verde como color dominante, flanqueado por las ya habituales pantallas gigantes laterales, más otra trasera, en las que las imágenes del artista se llegaban a duplicar y triplicar durante el espectáculo. Sobre las tablas, las habituales escaleras por las que se lucen las más divas. A similar altura, los instrumentos base de sus ritmos: batería y bongos a la percusión. Hubo casi una hora de retraso según el horario previsto, aunque se supo entretener al publico con los guiños, como primeros planos en pantalla del personal asistente, propios de los eventos deportivos. Tras la espera apareció el puertorriqueño a ritmo salsero con «Pégate», después su gran éxito «María». El público respondió de manera inmediata poniéndose en pie, cantando y bailando, incluso los más apartados en los asientos de las gradas. Temazos que ya ponían en alerta de que la fiesta y el sabor salsero no había hecho más que empezar.

Lo que no ha cambiado es su carácter afable, simpatía y conexión con el público. Su encantadora y seductora mirada, y su sonrisa: «Esta noche te regalo mi alma, puedes hacer con ella lo que te dé la gana» fue uno de sus primeros reclamos para la audiencia, que ya ardía por encima de las altas temperaturas de la noche estival.

Se ha comentado mucho la imagen del puertorriqueño. Son muchos los rumores de una supuesta subida de peso y, a pesar de que no dejaron acercarse a los fotógrafos, se pudo ver que Ricky ha madurado. El joven adolescente que se hizo famoso a los 12 años en la banda juvenil Menudo es hoy un atractivísimo hombre maduro. A sus 52 años, con una voz más grave pero bien construida, ya no marca abdominales sino un torso musculado.

El look en su primera aparición fue de traje-chaqueta negro, más camiseta con la frase ‘Siente el viaje’. Después, un primer cambio con la gabardina que ha llevado toda la gira, tanto con mangas como sin ellas, como el momento en el que todo el escenario se transforma en una escena lluviosa. Y finalmente sus habituales camisetas blancas, que hoy día prefiere usar más anchas, al puro estilo rapero.

Lo que no ha cambiado es su carácter afable, simpatía y conexión con el público. Su encantadora y seductora mirada, y su sonrisa: «Esta noche te regalo mi alma, puedes hacer con ella lo que te dé la gana» fue uno de sus primeros reclamos para la audiencia, que, viendo las diferentes banderas y como se sabe respecto a esta isla, es de lo más cosmopolita e internacional. Un público que ya ardía por encima de las altas temperaturas de la noche estival. Los abanicos no fueron suficientes para combatir los guiños y movimientos de Ricky. El artista suma ese carácter a su voluntad de ser hoy en día embajador de Unicef y creador de su propia fundación de ayuda a los niños contra el tráfico y maltrato infantil. En su trayectoria de más de cuatro décadas, Ricky Martin se ha convertido en un icono latino y uno de los artistas más reconocidos a nivel mundial, con más de 95 millones de discos vendidos a lo largo de doce álbumes a sus espaldas, más dos Grammy y cuatro Grammy Latinos.

La banda estuvo dirigida por el guitarrista David Cabrera, quien destacó en varios momentos por la genialidad de sus punteos a las cuerdas. Otros momentos álgidos llegaron gracias a los sones de los instrumentos de viento. Como cuerpo de baile, siete bailarines, cuatro hombres y tres mujeres, que destacaron por su movimiento salseros de contorsión y glúteos de ellas, por los acrobáticos ellos. Especialmente destacables en «La Mordidita» o «Vente Pa’Ca».

Hubo baladas como «Te extraño», «Tu recuerdo» o «Fuego de noche», donde el intérprete llegó incluso a pedir disculpas por bajar el ritmo, que aseguró sería solo por unos minutos, prometiendo volver en breve a la fiesta. Momentos en los que el intérprete aprovechó para pedir al público encender móviles al compás. Broche final en Palma tras noventa minutos sin bises. Dada la simpatía, interpretación y alto nivel de producción del espectáculo, hizo volver a casa con evidente satisfacción a quien asistió.